El mundo es cada vez más egoísta. Las personas son cada vez más egoístas, más individualistas, más preocupadas por sí mismas y menos por los demás (al menos esa es mi sensación en comparación a generaciones anteriores). ¿Sabes los hombres de traje, esos que gobiernan el mundo? Se aprovechan de esto, porque cuando la gente está dividida no hay nadie que pueda hacerles frente. Sin embargo, cuando uno deja de pensar tanto en sí mismo, cuando empieza a pensar en los demás y trata de hacerles feliz de alguna manera, induce un cambio en la otra persona: "aún existe gente buena", se dicen. Y descubrir que aún existe gente buena es el primer paso para sentir la necesidad de hacer algo bueno por los demás.
Vale la pena intentarlo. Vale la pena dejar de exigir a los demás que hagan cosas por ti y preocuparte un poco más por hacer cosas por los demás. A veces la felicidad no está en conseguirlo todo, sino en ver que los demás son felices gracias a ti.