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viernes, 30 de junio de 2017

Una pausa...

Vivimos en un mundo lleno de sorpresas y novedades que son el cantar del día a día y nos envuelven con un manto al cual llamamos costumbre, sujetada por el cinto de la rutina.

La costumbre y la rutina son nuestros atuendos más caros que lucimos con total orgullo afirmando que logramos muchas cosas buenas a costa de nuestro tiempo, juventud, familia, amigos, padres...
Nos subimos a nuestro coche de aceleración infinita desde muy pequeños, en el momento que pisamos un centro de estimulación temprana por primera vez. Aunque parezca una exageración, durante esa época de nuestra infancia, adoptamos costumbres basadas en patrones que definen diferentes rasgos de nuestra personalidad, carácter, valores, los cuales se van desarrollando a lo largo de nuestra niñez y juventud hasta llegar a la madurez adulta.
Pero, ¿Alguna vez nos preguntamos si estamos yendo por el camino correcto? La verdad es que por lo general nunca nos hacemos esa pregunta, sino que son nuestros familiares, amistades y el resto de entorno social quienes hacen una crítica de nuestra personalidad, carácter o valores cuando éstos ya alcanzaron su madurez y no hay nada qué hacer para remediarlos. Al decir "no hay nada qué hacer", no significa que no se pueda mejorar, la verdad es que SÍ, pero el origen siempre estará presente.
Esto con mucha frecuencia se hace notorio cuando una madre ordena a su niño a poner la cama, el niño por lo general responderá con un rotundo ¡No! con lo cual está levantando una pared entre mamá y su propio mundo pequeño y esa misma costumbre se refleja años después cuando alguien de su entorno social  le pide un favor y asevera con total seriedad con un ¡No! determinante.
¿Solidaridad, respeto, ayuda mutua, sentido común? Son algunos de los muchos valores que adquirimos en nuestro primer entorno social, la familia y que vamos desarrollando conforme pasan los años, éstos se ven "mejorados" o "afectados" según el entorno social (fuera de la familia) que escogemos.
Entonces, una vez alcanzada la edad adulta o edad madura, nos revestimos de este atuendo muy caro, por el hecho de costar años de vida social, familiar, personal, con el cual incidimos en la vida de los demás. Pero, ¿Por qué no tomar un tiempo para frenar nuestro coche de aceleración infinita? La sociedad misma nos exige una continua aceleración y es la misma sociedad la que nos juzga si aceleramos demasiado, pero depende de cada uno de nosotros la decisión de frenar o no en este largo recorrer de la vida. Digo largo, porque existe la incertidumbre del mañana, pues mientras no conocemos el final, este camino se vuelve infinito.
La pausa que provoca el "frenar" de nuestro coche nos permitirá reflexionar sobre nuestros actos, algo que en muchas familias se practica desde que somos muy pequeños enseñándonos la tolerancia a la frustración, la estabilidad emocional y el reflexionar sobre lo que hayamos hecho. El tomar una pausa nos ayuda a mirar la vida con otros ojos, hasta podemos verla de diferente color, incluso lo que no nos gustaba nos puede llegar a gustar. No siempre debemos estar corriendo como perseguidos por una fuerza invisible a la cual tememos, sino que son las pequeñas pausas las que nos ayudarán a ser mejor hijo(a), persona, padre, madre, hermano(a), amigo(a) y que poco a poco cambiarán nuestro atuendo de costumbre y rutina por el atuendo de amabilidad, cordialidad, sentido común, amor.

domingo, 18 de junio de 2017

Feliz día Papá!!

Gracias por ser mi ejemplo a seguir y por mostrarme el camino que todo hombre debe asumir para el bienestar de su familia.
¡Feliz día Papá!

martes, 13 de junio de 2017

Un acuario... un mundo

¿Cuántas personas compran un perro pensando en dejarlo en casa, manteniendo su caseta con “todo” lo que puedan necesitar? ¿Cuántas compran un gato, le ponen el collarcito y lo sueltan a la calle sin más? Son muchos los que no conocen o a los que no interesan las exigencias fundamentales de estos animales.



Sin embargo en el caso de los peces ocurre un fenómeno extraño: en muchos casos quien compra peces u otras criaturas acuáticas no solo no conoce nada de sus necesidades, si no que ni se molesta en informarse de ellas. La acuariofilia es por muchos considerada un hobby parecido al coleccionismo, más que como una tenencia responsable de animales de compañía, que poseen la misma dignidad que los perros, gatos y hámsteres, por ejemplo.

En realidad, cada especie y cada ejemplar, tiene su propio estilo de vida: los hay vegetarianos y los hay carnivoros; los que viven en comunidad o en solitario; los que viven en agua ácida y blanda o aquellos que viven en agua dura y alcalina; los que no crecen demasiado o los que llegan a superar el medio metro; aquellos que viven pocos años y los que están en el mundo por 30 ó 40…

Por ejemplo, meter un pez rojo o un Oscar en un acuario de 30 litros es como meter a un San Bernardo en una habitación de pocos metros cuadrados sin dejarlo salir nunca. En el caso del perro, acusaríamos (correctamente) al propietario de maltrato animal, pero en el primero ni nos enteraríamos y para el humano y los amigos sería la cosa más normal del mundo. “¡Qué bueno! Lo pone en un acuario en vez de la típica pecera”.

Y es que no saben que el pez rojo de adulto supera los 30-40 cm de longitud, los dos kilos y puede vivir más de treinta años… ¡Y es uno de los peces más populares del mundo!

Pero es que sigue existiendo el “pez decoración”. Los peces no soy complemento de tu casa, no soy para adornar tal esquina, son seres vivos y se deben elegir dependiendo de los recursos que tengas, del espacio, del tiempo, etc.



La ambición de este artículo es promover la consciencia de que la acuariofilia no es coleccionismo, si no que se fundamenta en la tenencia responsable de los animales de compañía: que los peces tienen necesidades y dignidad al igual que los otros animales, y que antes de adquirir cualquier ser viviente uno debe informarse de todos sus cuidados para darle una existencia sana y feliz.

Por lo tanto, solo nos queda recordar que un acuario encierra una grande responsabilidad, pero si estás mentalizado de ello el siguiente paso es acudir a un especialista. Nadie mejor que un verdadero profesional para aconsejarte sobre qué peces escoger como compañeros según tus circunstacias y/o que cuidados necesitan los que ya tienes en tu hogar.

jueves, 8 de junio de 2017

La Hipertermia, como método medicinal.

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La hipertermia es un procedimiento por medio de la cual se obtiene un importante estímulo para la eliminación de substancias tóxicas del organismo y una clara elevación de la capacidad defensiva del ser vivo frente a agresores externos como bacterias, hongos o virus. La hipertermia es una técnica que aumenta la temperatura en profundidad, renueva el líquido intersticial, elimina los residuos metabólicos debido al impulso circulatorio, produce analgesia local y favorece una relajación de tipo reflejo. Disminuye el edema.

Este proceso fue usado para tratar muchas infecciones antes de que los antibióticos estuvieran disponibles. Además, la hipertermia fue el tratamiento estándar para tratar la sífilis antes que los antibióticos. Hoy en día, unos pocos centros de tratamientos usan la hipertermia para tratar ciertos tipos de cáncer, usualmente en combinación con quimioterapia.


Temperaturas corporales superiores a 40 grados centígrados como las que se alcanzan en los baños de hipertermia han demostrado ser eficaces para detener la proliferación de las células cancerosas logrando inclusive su eliminación, constituyéndose en una terapéutica en la prevención del tratamiento del cáncer. Especial beneficio obtienen los pacientes que sufren de las diversas manifestaciones de la artritis por el singular efecto que los baños de hipertermia ejercen sobre el sistema inmunológico y metabólico del organismo.

Procedimiento por medio del cual se sumerge el cuerpo en una tina con agua caliente a 37 grados centígrados y se va aumentando la temperatura del agua progresivamente, sin exceder los 42 grados centígrados. El objetivo es elevar de una manera controlada la temperatura con el fin de producir en el paciente una fiebre.